lunes, 28 de septiembre de 2009

Mi convulsión


La medicina se ha encargado de clasificar distintos tipos de convulsiones. Sin embargo, ésta vez hablaré de la que me pasó a mí. Las enciclopedias médicas son frías. Y yo interpreto mis extraños movimientos de una forma muy distinta.

Lo primero es la sordera, o algo así. Es como si el sistema auditivo se invirtiera. Los sonidos más lejanos retumbaban en mi cabeza. Pero no era capaz de escuchar mi propia voz. Ahí supe que esto no tenía como terminar bien…

Lo segundo es la sensación de que millones de hormigas empezaron a recorrer mi cara. Bajaban desde mis oídos hasta mi boca. Ya no había duda: esto iba mal.

Y todo esto pasó en menos de cinco segundos…

Lo tercero es la inconciencia. Dicen que me retorcía, que gritaba, que mi cara cambió de color, decían que hasta vomité. Yo sólo sé que después de las hormigas en la cara desperté con el dolor de cabeza más grande de mi vida.

La crisis no alcanzó a durar ni un minuto, para mi familia fueron varios. Mi madre me apretó contra su cuerpo mientras yo convulsionaba. ¡Error! Eso sólo hizo que el cuerpo me doliera más. Si la convulsión es como un adolescente joven: mientras más se le reprima más esfuerzos hará por liberarse. Eso lo supimos después de la tercera crisis.

Los neurólogos me lo intentaron explicar muchas veces, me hablaban de electricidad en el cerebro, de distintos tipos de convulsiones. Yo sólo sé que muchas hormigas caminaron por mi cara. Sólo sé que por varios segundos no estuve en este mundo…y que me moví como nunca antes lo había hecho.

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