La primera vez que las convulsiones llegaron a mi vida tenía 19 años. Se me durmió la cara, perdí la audición y en menos de 5 segundos mi cuerpo se contorsionaba en el suelo. Esa fue la primera vez.
Se vino una semana de exámenes, de hospitalización y del cuidado intensivo de mi familia. Los mitos en torno a la epilepsia abundan y todos nos contagiamos de ellos. La idea de un tumor estaba en la cabeza de todos pero nadie se atrevía a decirlo.
Esa fue la antesala de lo que se vendría después…consultas médicas, remedios por montón y la prohibición de trasnochar y beber alcohol.
Adiós carretes, bienvenida epilepsia.
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